Para mi bebé es una tortura viajar en el coche

En mi caso funciona pero sólo relativamente. Nuestros viajes, en general, son cortos, una hora máximo. Como mi peque es de ésos que hasta hace nada no dormían en el coche, este verano que hicimos un viaje largo, acordamos salir de madrugada. Mi peque pidió teta a eso de las 5.30 de la mañana y le dí de mamar. Pensé en salir en cuanto volviera a dormirse, pero algo se olió él y se despertó del todo. Las maletas ya estaban en el coche, así que bajamos al garaje, lo pusimos en su sillita y recé porque se durmiera con el traqueteo... El caso es que el tío abrió los ojos como dos platos y no los volvió a cerrar hasta las 8h de la mañana... por espacio de 30 minutos escasos. El caso es que tampoco tomaba mucha alimentación sólida, así que paramos varias veces durante el camino para ver si quería mamar, pero como se distrae fácilmente cuando no estamos en nuestro cuarto, no había manera... Y aunque estábamos mucho rato parados para descansar y para que jugara, tampoco le era suficiente para que se desfogara. El pobre se iba poniendo cada vez más nervioso porque tenía sueño (se había levantado cuatro o cinco horas antes de tiempo) y hambre y yo ya no sabía qué más inventar... Desesperada pedí a mi marido que paráramos para comer y para descansar porque estábamos ya todos de los nervios. Ante mi sorpresa, el canijo se arrancó a tomar la crema de calabacín que había pedido para mí (su comida, ni tocarla) y después se tomó enteras las natillas que me trajeron de postre. Correteó todo lo que pudo en el restaurante, que era grande, y que estaba casi vacío, y después nos metimos de nuevo al coche. Nos quedaba como hora y media de camino. Se durmió media hora antes de llegar... y se despertó en cuanto paramos.

En el viaje de vuelta, le dí pecho en el hotel antes de salir, y un rato después le dí dos envases de natillas (antes del viaje no las había probado, pero como ví que le gustaban mucho, excepcionalmente se las dí) para ver si dormía porque los potitos me decía que me los tomara yo, y yo no estaba dispuesta a repetir experiencia con un niño somnoliento y hambriento. Se los tomó y salimos a eso de las tres de la tarde. Durmió sin parar hasta las 6.30h y se despertó con hambre. Paramos e intenté que tomara pecho en el coche. Después de mucho rato y mucha paciencia, se animó y algo tomó. Bajamos para ir al baño y tomar algo, y picoteó un poco de queso, jamón y pan. Le ofrecí yogur y fruta, y hasta natillas, pero no quiso. Vuelta al coche, y al de poco rato, otra vez la tortura, ni juegos, ni canciones, ni nada de nada... A todo esto, la autopista o autovía, no sé, estaba en ese tramo en obras y tuvimos que salir a la carretera nacional; como yo andaba ocupada con el peque y mi marido estaba ya poniéndose algo nervioso, nos salimos de la carretera y quedamos a la entrada de León (el tom tom andaba tontón). Al dar la vuelta a la rotonda para volver a incorporarnos a la autovía, divisé una cadena de juguetes. Le digo a mi marido que pare, que entramos y dejamos que el peque juegue y se canse, luego le ofrezco comida y pecho y, con un poco de suerte, se vuelve a dormir. Así lo hacemos, pero no quiere comer nada de lo que le ofrezco, pecho al final, cuando cierran el centro comercial y se han ido todos los coches del parking, prueba un poquito. Ya desesperados, le digo que arranque, que no hay manera de que coma. Todavía paramos un par de veces más antes de incorporarnos a la carretera porque lloraba y pedía pecho, pero en cuanto lo sacaba de la silla, se asomaba por la ventanilla y a mirar los coches que pasaban, y no quería saber nada del pecho. Al final, acabó haciendo sus buenas tomas y nosotros ¡por fin! pudimos volver a casa. Total, que llegamos a las tantas de la madrugada porque ya durmió todo el rato... Pero yo no vuelvo a hacer un viaje en coche ni atada. Si me veo obligada a salir de mi casa antes de que se entretenga con los dibujos animados, como me ocurrió en verano (y me temo que pronto tendré que hacerlo), me voy en avión, aunque me tenga que llevar la silla de seguridad del auto facturada. Yo no vuelvo a pasar por lo mismo ni de broma...

Chicas, y eso que no os he contado los desplazamientos que tuvimos que hacer mientras estuvimos por Galicia. Y eso que no pasó ninguno más allá de 2h y media. Los urbanos, bien gracias, pero los otros... Cuando se me pase el mal rato de haberlo recordado, igual me animo y os lo cuento... Aunque bueno, un poco más de lo mismo, algunos días de noche, otros sin comer, alguno con mi marido emperrado en no parar porque "ya llegamos" (claro, llegar, llegamos, pero más de una hora y pico después, el crío desesperado y yo más aún), alguno con música clásica, un bolsón lleno de juguetes, pelotas blandas volando por la trasera del coche... Nada que no hayais oído o probado antes, me temo...

a mí viajar de noche me funciona, pero con viajar de noche quiero decir salir cuando el niño suele empezar a dormir, allá por las 21.30 más o menos.

La idea era ésa en un principio, pero las cosas se complicaron muchísimo y, por otro lado, es que el mío es de esos "raros" casos que se espabila en cuanto lo sacas de su rutina: hasta cuando lo he metido al coche ardiendo con fiebre de más de 39 grados y agotado para llevarlo al hospital, a 3/4 de hora escasa de coche, se ha espabilado y justo se ha dormido cuando ya llegábamos.

La verdad Atenea es que yo descubrí el penúltimo viaje que hice que ir en tren era mucho más cómodo. Vale con Ulises no paré quieta un minuto, pero es bastante menos estresante gatear por el suelo (en mi caso pues el chiqui es más chiqui), caminar por el tren en brazos o dormir en brazos que el coche.

Sí, ya lo pensé, pero es que el otro día hicimos su primer viaje en tren, 20 minutitos de viaje de ná. En la ida, entre que lo levanté de su siesta (2 meses sin dormir siesta y justo ese día... A mí que odio despertarlo...) -era el funeral por el marido de una compañera y no podía faltar- y lo metí directamente al cochecito y después salí corriendo, no le dió tiempo de reaccionar y sólo me dijo en cuanto entramos y el tren arrancó: "Ama, túuu túuu (su palabra para tren)". En el viaje no dijo ni mú y se dedicó a mirarlo todo. A la vuelta, ya había cogido confianza y quiso salir, le senté en un asiento frente a mí (el tren estaba casi vacío), miró por la ventana un rato, pero entre que ya había oscurecido y que tenía ganas de explorar, no hacía más que subirse y bajarse de un asiento a otro, quería "visitar" a nuestros compañeros de viaje, y yo por detrás, claro... Imaginaos así más de 8/10 horas... A mí me da fatiga, así que prefiero un ratito de vuelo y después tomar un taxi o algo parecido.

Claro que pensándolo bien, tendré que comprarme una silla de seguridad en destino, porque si la facturo, y sabiendo cómo se tratan los equipajes en los aeropuertos, lo mismo la estropean o le dan un golpe tan tremendo que la silla resulta inservible para proteger al chiquitín en caso de accidente (por si alguien no lo sabe, se recomienda cambiar la silla tras un alcance por si ha resultado dañada, lo digo porque yo no lo sabía hasta quedarme embarazada).

al que odia el coche, odia el coche (bueno más bien estar atado en el coche es lo que entiendo que odian)

En el caso del mío, el coche no es lo que odia, porque le encantan los vehículos a motor Sí ir atado durante mucho rato y no poder conducir él...

Un abrazo.