Terapia de contención

no sé si es el lugar apropiado para poner este post, estoy leyendo esto y me parece muy interesante. La terapia consiste, básicamente, en abrazos. Aunque no la conocía así, es lo que más he hecho con Bruno en los momentos difíciles, de rabietas y demás.

http://booklens.com/laura-rinc%C3%B3n-gallardo/el-abrazo-que-lleva-al-amor

¿Alguna conocía a la autora o a estos conceptos? Me pareció muy interesante, Besos!

No tenía idea de que existía como terapia, pero nosotros lo hacemos mucho. Ofrecer abrazo cuando no hay soluciones. Se acurrucan como si fueran bebés y las penas pasan.

Un beso!

Kaixo,

No conocía a la autora, pero si he leído y puesto en práctica la teoría del abrazo como refuerzo de la salud emocional. La verdad es que lo ponía en práctica antes de leer sobre ello... siempre he sido muy dada al contacto físico, quizá por ser la pequeña de una familia numerosa y haber recibido los achuchones de todos los que me precedían o por habernos criado en un piso muy pequeño en el que el contacto era inevitable , pero sea como fuere, leer sobre ello me ha ayudado a reforzar mi creencia en la importancia del abrazo.

Comentaba hace un tiempo con un amigo psicólogo como en la atención a los niños nos encontramos a menudo con dos tendencias:

- La de los adultos que restan importancia a los sentimientos de los niños, los ignoran (cuántos capítulos de supernanny oyendo "para acabar con la pataleta lo mejor es ignorarla"), los desvaloran "no es para tanto", los critican "con lo grande que eres",...

- La de los adultos que, al contrario, hablan de "no dejar llorar" y es un término que a menudo empleamos aquí cuando hablamos en contra de la teoría de Stivill, de la importancia de acudir a parar, y si se puede a evitar, el dolor de nuestros hijos.

Y en aquellas conversaciones llegábamos a la conclusión de que, lo que hay que aprender a hacer, no es lo primero, pero quizá tampoco lo segundo; sino ofrecer el espacio para que el niño deje salir su tristeza, su rabia,... sin juzgarle, sin "consolarle" (no quiero que se malinterprete este "no dar consuelo", me refiero a no ir a cortar el llanto "ya-pasó, ya-pasó"), sino dejando que el niño llore o patalee lo que necesite llorar o patalear.

Y ¡qué mejor espacio para ese desahogo que nuestros brazos!

Así que ánimo, abracémonos cuando nuestros hijos necesiten contención, abracémonos cuando la necesitemos nosotros, o simplemente abracemos para alimentar nuestra salud emocinal . Dicen que 8 abrazos al día son los mínimos que el alma necesita para sentirse plena . No sé si los cibernéticos cuentan , pero procuremos reunir al máximo de los de carne y hueso.

Es fundamental lo que rescatas ammarat, de no negar la pena. A veces nos cuesta tanto soportar el dolor ajeno que la salida más fácil es negarlo, bien minimizándolo -es teatro-, bien huyendo de él -toma un dulce, no ha sido nada-.

Ayer me entretuve bastante leyendo el libro y remite a cuestiones muy familiares para muchas de nosotras, pero me ha parecido revelador lo de recuperar los abrazos perdidos en los niños mayores, y sobre todo, que haya terapeutas que guíen a los padres en este camino. No dudo que si el adulto involucrado se entrega, los resultados tienen que ser positivos.

Besos!