Cómo nació Yaiza hace siete años

Voy a tener que refrescar la memoria y contaros cómo fue el  nacimiento de mi hija mayor. Los años no pasan el balde y es difícil recordar todos los detalles.

Yo tenía 21 años cuando me quedé embarazada de Yaiza. Era una niña muy deseada que logramos crear al primer intento. No pasamos por meses y meses de espera.

Toda la gestación me la atendió un matrón cariñoso, simpático, guapísimo y muy pro-lactancia: Toni Oliver. En los cursos de preparación al parto nos fue dando consejos teóricos y prácticos sobre dar el pecho, se colocaba a un muñeco en diversas posturas, nos explicaba la importancia de amamantar poco después de dar a luz y muchas más cosas que se debieron de quedar en mi subconsciente, porque no las recuerdo, y mezclar con mi instinto (que es muy sabio). Yo la verdad es que prestaba atención, pero no le daba demasiada importancia al tema. Tenía claro que quería dar el pecho mucho antes de asistir a las charlas...mi abuela había amamantado durante 13 meses a mi madre, mi madre durante otros 13 meses a mí y en ningún momento me pasó por la cabeza dar biberón.

En esos cursos, además, nos explicaba cómo vivir el parto. Nos hacía ver la importancia de sentir contracciones, de estar tranquilas, de saber respirar, de empujar de forma efectiva...Nos tumbábamos en el suelo y nos enseñaba a pujar. También hacíamos ejercicios de pelvis, para evitar tener luego problemas de incontinencia.

Yaiza tenía que nacer el 26 de mayo, pero ella no tenía prisa. Yo me fui en esas fechas a hacer unos exámenes de Psicología ante la cara de susto del tribunal, que debió de pensar que me pondría de parto allí mismo  

El 1 de junio de 2001 comencé a notar cómo la barriga se me comenzaba a poner dura....pero esta vez no eran contracciones preparatorias, eran las de verdad, porque eran más seguidas, aunque no dolían. Recordé la charla del matrón sobre este tema: nos decía que la contracción de un músculo (abdominales, pectorales, cuádriceps, bíceps) no duele...lo que causa dolor es una repetición muy numerosa de las contracciones, porque entonces el músculo se sobrecarga.

Sobre las 8 de la tarde comenzaban a ser dolorosas y más seguidas. Llegó un momento en que tuve que tumbarme en el sofá. Le dije a mi marido que se fuese a dormir una siesta, que la noche sería larga. Me puse la tele para distraerme, cogí un papel y un boli y fui apuntando la hora exacta de cada contracción. Sabía que debía esperar a que fueran cada 5 minutos para salir de casa. Un rato más tarde fui controlando cada cuántos minutos me daban y cada vez eran con más seguidas.

Cuando tuve varias cada 5 minutos, salimos hacia el Hospital (vivimos cerca). Era medianoche. Llegué allí, me sentaron en una silla de ruedas y me llevaron a hacer un tacto. Vieron que había dilatado, creo, 3 cm. Me desnudé, me puse un camisón y me dijeron que me pasaban a la sala de dilatación.

La matrona que me atendió, Merche Jovaní (un encanto de mujer), fue muy cariñosa conmigo y, además, permitió que mis familiares se fueran turnando para estar conmigo (por lo general, sólo dejan que esté una persona, siempre la misma) Decidió romper la placenta y al cabo de unos minutos....uffff....¡¡menudo dolor!! Las contracciones duraban 30 segundos, luego paraban 30 segundos y volvían a empezar. Yo no suelo exteriorizar los sentimientos cuanto tengo dolor, así que no gritaba, no lloraba, no me quejaba...

En su lugar, intentaba concentrarme en la contracción, respirar muy hondo cuando me venía y descansar el rato que paraba. No podía perder la energía gritando, llorando o hablando. Me sondaron, pero no me pusieron enema. Así que cuando la matrona, en la sala de dilatación, me dijo que empezara a pujar, pues....ya os imaginaréis cómo puse el protector absorbente que tenía debajo de mí...a cada pujo, hacía limpieza de intestinos   y las enfermeras tenían que cambiar el protector. A mí me daba vergüenza, pero la matrona me decía "no te preocupes, tú saca todo y empuja". Me decía que era muy valiente, sobre todo con lo joven que era, y eso me daba fuerzas.

En algún momento me dijo que ya había dilatado lo suficiente y me llevó a la sala de partos. Tras varios empujones y una episitomía externa e interna (no sé por qué me la hizo así, no era necesario) de repente vi cómo sacaban un cuerpecito y lo colocaban sobre mí. Uffff....qué momento más intenso. Mi hija estaba ahí, sobre mí, con los ojitos abiertos y el cordón umbilical aún latiendo. Creo que tardaron en cortarlo. Eran las 4.30 de la madrugada. Cuando expulsé la placenta ya se llevaron a la nena a limpiar y a vestir mientras a mí me cosían. Me bajaron del potro, me tumbaron en la que iba a ser mi cama, pusieron a la niña a mi lado y creo recordar que me dijeron que le podía dar ya el pecho. Así lo hice, en la misma sala de partos, y Yaiza no dudó ni un momento en aferrarse.

El celador nos sacó del paritorio en dirección a la habitación con la niña mamando. Recuerdo cómo al llegar a la sala de espera las abuelas se pusieron de pie emocionadas a mirarnos y me acompañaron. Esa noche no logré dormir, estaba demasiado ocupada mirando a la niña, dándole el pecho y acariciándola. Era tan pequeñita, yo no sabía que un recién nacido era así...Pesó 2,995 kg y midió 49,5 cm.

Unas horas después, por la mañana, comencé a recibir visitas y además bastantes, porque era sábado.

Estoy llorando a lágrima viva al recordar todo el proceso.

Lo único negativo del parto fue la terrible episitomía, que me dejaron secuelas durante cuatro meses. Y todavía, ahora, al tacto, noto cicatrices en la piel. Por lo demás, me trataron muy bien, con cariño, poniendo a mi hija sobre mí al nacer, permitiendo una lactancia a demanda (aunque me trajeron jeringas de suero glucosado por los niveles de bilirrubina, pero vi que la niña no los quería, pensé instintivamente que el pecho le iba a ir mejor y vacié el contenido en el lavabo), tenerla toda la noche a mi lado...

Esa bebita ahora tiene más de 7 años y se está convirtiendo en una mujercita. Ufff, cómo pasa el tiempo.

¡Hola Désirée! No sabía que tenías una niña tan mayor y tan preciosa. Me llama la atención el matrón que tuviste, un hombre así lo hace por vocación y es muy admirable, y tú ,hija, que entereza en el parto para ser una chica tan joven. UN ABRAZO.