Cómo nació Alexia hace tres años

Un 17 de octubre decidí dejar de usar métodos anticonceptivos, embauqué un poco a mi marido que no tenía demasiado claro lo de ser padre de nuevo y el 3 de noviembre el test daba positivo. ¡¡Qué emoción!! Tras casi nueve meses de espera, un 8 de julio me empezaron a entrar contracciones no dolorosas en casa. Me dediqué a limpiar, recoger, preparar la bolsa de Yaiza para que se quedara con sus abuelos, a poner las fundas del sofá que acababa de lavar, a cambiar las toallas...en fin, llevaba un par de semanas con el síndrome del nido y ese día no iba a ser menos.

No dije nada a nadie de las contracciones (que aunque estaban separadas en el tiempo ya eran molestas) y me fui con Yaiza a Carrefour a comprar, para dejar la nevera preparada de cara al regreso del hospital el día del alta. Allí me dieron tres contracciones, comprando, le expliqué a Yaiza que su hermana quería nacer, y les dije a mis compañeras de trabajo que esa noche nacía mi niña. Me miraron con cara de estar loca, jejeje, por dedicarme a comprar tranquilamente en vez de estar en casa. Pero me apetecía estar de pie y activa para facilitar el nacimiento de la niña. Mi suegra me llamó al ver que en el garaje no estaba el coche, le dije que ya volvía para casa y me dijo que me esperaba para ayudarme a subir las compras. Cuando ya habíamos subido todo le dije que llevaba unas horas con contracciones y que ya eran dolorosas. No le dije nada antes para no preocuparla.

Se fue a su casa con Yaiza para ponerle el pijama y darle de cenar y me dijo que la mantuviera informada. Esta vez aguanté sin tumbarme, me duché, puse el neceser en la bolsa que me llevaba al hospital, cené con pocas ganas un plato de espaguettis con salsa de tomate para coger fuerzas y cuando las contracciones fueron muy seguidas, avisamos a mi suegra, que quería acompañarnos. Yaiza se quedó durmiendo con mi suegro. Llamé a mi madre por teléfono para que fuera viniendo. Me costó bajar las escaleras, porque los dolores eran cada menos de 5 minutos y me pilló una contracción bajando por el portal y un par de camino al hospital (menos mal que está aquí cerquita).

Cuando llegué allí y me senté en una silla de ruedas mientras mi marido daba la cartilla sanitaria a la chica de la ventanilla, me entraron unas ganas de llorar muy fuertes....no sé, una mezcla de dolor (cuya exteriorización me había estado aguantando) y de emoción. Y lloré. Me hicieron un tacto, me dijeron que había dilatado, creo, 5 cm. y me llevaron a una sala de dilatación. El mayor problema fue que esas contracciones que me daban cada 3 minutos o así se pararon de golpe sobre un lapso de tiempo que a mí se me hizo eterno (debió de durar unos 15-20 minutos), al tumbarme.

En este caso la matrona era Mila, una mujer de mediana edad a la que conocía porque había estudiado conmigo en la UNED. De ideas sobre crianza diferentes a las mías, pero buena profesional, me saludó. Al cabo de un rato me ofreció poner un enema. No lo rechacé, después de la experiencia del primer parto. Creo recordar que me sondó, ahora no estoy segura. Una vez que me hicieron todo este vaciado interno y me relajé, volvieron las contracciones. Me ofrecieron la epidural, pero la rechacé. Me rompieron la placenta y uffff, a qué velocidad se encadenaban las contracciones. Al cabo de un rato vomité la cena y empecé a sentirme fatal...Necesitaba que mi marido estuviera todo el rato con su mano sobre mis riñones, presionando fuertemente, a la vez que con la otra mano me abanicaba con un papel...y me faltaba poder darle a alguien la mano y apretársela. Me sentía, como se dice donde vivo "desficiosa"...no sé, inquieta y muy molesta.

El dolor se me había desplazado a los riñones y este segundo parto estaba siendo sensiblemente más doloroso que el primero. Me volvieron a ofrecer en dos ocasiones más la epidural, pero la rechacé. Escuché a dos enfermeras medio burlarse de mí al ver que estaba encogida en la cama, lloriqueando, gimiendo y retorciéndome, decían algo como "eso le pasa por no querer la epidural"...En otro momento les hubiera contestado, porque no estuvo nada bien lo que dijeron , pero no tenía fuerzas. Ahora he de decir que me arrepiento de no haber querido la epidural, pero en ese momento los principios y los ideales sobre un parto relativamente natural (porque no lo fue del todo) que tenía, fueron más fuertes que el dolor.

No podía empujar, el dolor estaba tan concentrado en los riñones que era incapaz. La matrona en algún momento me dijo que estaba de 8 cm. y que a partir de los 9 cm. iríamos al paritorio si por fin me entraban ganas de empujar. Yo no tenía ganas ni fuerzas, pero me acordé del primer parto...¡¡la silla de partos era cómoda!! Y le dije que sí, que quería empujar, así que me llevaron Uffff, me arrepentí de no haber pedido antes que me llevaran allí...menuda comodidad, por fin sentía presión y calor en los riñones y tenía unos "brazos" donde agarrarme con fuerza y descargar toda la tensión. Logré empujar varias veces, cada vez me costaba un poco menos aunque el dolor era terrible. En algún momento sentí cómo algo dentro de mí se movía (en el parto de Yaiza no lo había notado y me pilló casi de sorpresa cuando vi que la sacaban de mi interior)...la niña estaba bajando, haciendo el último tramo del recorrido. Noté la cabeza.

Le dije a la matrona que, por favor, no me hiciera una episitomía, tenía un recuerdo horroroso de la anterior, me prometió que serían 3 puntos, que no me causarían dolor y que me podría sentar. Acepté. Alexia nació, a las 2.30 am y sin apenas verla se la llevaron bajo la luz térmica . Creo que cortaron el cordón umbilical demasiado pronto. Yo sentí angustia, quería a la niña encima de mí, como habían hecho con Yaiza. Pero esta matrona tenía ideas diferentes. Le pedí a mi marido insistentemente que fuera al lado de la nena, que le diera la mano, que le hablara...él me miraba con cara de que yo era una exagerada porque la niña estaba muy tranquila y con los ojos muy abiertos. Yo no creía que fuera necesario que llorara para atenderla, era algo que mi interior, a gritos, me pedía hacer. Me cosieron, me pasaron a la cama, pedí que tumbaran a la nena a mi lado y nos llevaron a una "sala de observación". Yo no sé si es que no tenían camas libres o es que querían dejarnos descansar un poco en un sitio tranquilo. La peque tenía el APGAR 10-10 y yo me encontraba fenomenal. No sentía ningún dolor, sólo mucho amor y ternura. Le di el pecho, tardó unos segundos pero se enganchó sin problemas. Al cabo de un rato dejaron entrar a mi marido, que venía de contar a la familia cómo había ido todo. Mientras esperaba a que vinieran a buscarnos, le di una segunda toma de pecho, que no rechazó

Ya me llevaron a la habitación, una enfermera me trajo impresas las recomendaciones sobre lactancia de la AEPED , mi madre se quedó a pasar la noche. El día del alta, vino a verme una pediatra (participante y moderadora de este foro), la Dra. Begoña Burguera, que trabaja allí hace como nueve años o así y estuvimos hablando de los inicios del tándem.

El día del alta Alexia sólo había perdido 60 gr. Al día siguiente volvimos a hacer las pruebas metabólicas y ya estaba ganando peso. Estaba super sana, preciosa, había pesado (bueno, la pesaron después de dos tomas de pecho), 3.055 kg., y casi todo el día y la noche los había pasado conmigo en la cama, no en la cuna. Qué gustazo fue colechar con ella de recién nacida...Yo no la quería lejos, la quería a mi lado, en el sitio más seguro y confortable: el regazo de su madre.

Esa nena tan chiquitita ahora tiene más de 3 años....el tiempo pasa rápido Creo que he hecho las cosas lo mejor que he podido, con meteduras de pata, como todo el mundo, pero al menos he intentado darle todo lo que ha necesitado, en especial a nivel emocional. Aquí os dejo unas imágenes de mi princesa: