Educar sobre el valor del dinero

Hola,

llevo tiempo dándole vueltas a este tema y me gustaría saber cómo lo hacéis vosotras. A mi bajito mayor (5 años recién cumplidos) empecé enseñándole hace ya un par de años que con el dinero que se ganaba en casa teníamos que comprar todo lo que necesitábamos (comida, ropa, zapatos, medicinas, etc.) y además ahorrar por si algún día había alguna emergencia. Él fue muy receptivo y al principio fue casi ideal (ir a hacer la compra, casi un suplicio, porque a la que intentaba comprar algo -para reponer- que no se hubiera terminado, me repetía aquello de "Eso no lo necesitamos, ya tenemos" ).

Con la llegada del bajito menor he podido dedicarle menos tiempo y lleva algún tiempo descontrolado pidiendo de todo a diestro y siniestro aunque tenga en casa. Lo peor es que casi siempre lo consigue: el papá de los bajitos cede casi siempre y si no lo hace, cualquiera de las abuelas se presta gustosa a hacerlo. Mi madre le compró unos regalos para su cumpleaños, que le encantaron, pero lleva tiempo pidiendo una caña de pescar (y yo ya tenía comprado su regalo hace tiempo en una promoción) y, como no la ha obtenido, se la pidió a mi madre, que se ha prestado encantada a comprársela.

Las abuelas han empezado a darle paga (dos euros semanales -algunas veces 6€ mensuales-, que a mí me parece excesivo para la edad que tiene). Ese dinero se va siempre a la hucha. Mi bajito me dice que cuando estén llenas ambas me lo dará para ayudar con los gastos de la casa.

He tratado de hacerles entender a las abuelas que no puede aprender ni el valor del dinero ni el esfuerzo que supone conseguirlo con tan astronómicas pagas y recibiendo cuanto desea casi al segundo de haberlo pedido, pero ya me doy por vencida porque, por más que yo exponga mis razones, no hay manera de llegar a un acuerdo: ellas son las abuelas y están para malcriar.  Con el papá, es difícil también, por más que hablemos, siempre se acaba despistando o cediendo; me molesta también que si van a comprar el pan y le da dinero de más, le permita siempre quedarse con las vueltas, aún quejándose (el papá).

Me preocupa que no valore ni entienda lo que cuestan las cosas. Se me había ocurrido empezar a darle una pequeña paga y que se administre con ese dinero pero no sé cuanto: como no toma chuches y sí gusanitos o patatas fritas que son bastante más caras, que sólo toma esporádicamente y que además adquieren gustosas las abuelas, no sé cómo hacerlo. ¿Cómo lo hacéis vosotras?  Os agradezco todas las ideas y sugerencias, que me hacen mucha falta porque últimamente voy tan agotada que no consigo ni escuchar mis pensamientos.

Mil gracias a todas por compartir vuestras experiencias.

Romina, yo he hablado mucho con él sobre el dinero, cómo se obtiene, que sólo podemos sacar del cajero del banco lo que previamente hemos guardado, etc. Él lo tiene claro pero la cosa se ha descontrolado desde que mi madre vino a ayudarme cuando nació el peque: ella se siente sobrepasada con facilidad y en cuanto no era capaz de encontrar una salida a la situación, ofrecía algún premio. A día de hoy, ocurre lo mismo.

En cuanto al papá, ha sido educado de otra manera y con muchos extras. No es la primera vez que mi suegra me hace el comentario de que no sabe por qué tenemos hijos si no vamos a darles gustos (chuches, juguetes, etc.). Yo entiendo su necesidad y la de mi madre de darles una alegría de cuando en cuando y les he pedido muchas veces que les compren libros una vez al mes pero la tentación siempre es más fuerte y acabamos con dulces (al menos logré que fueran artesanos y lo limité a una vez al mes, aunque algunos meses tratan de "colarme" alguna ocasión más), juguetes baratos de los bazares chinos (que son peligrosísimos para el bajito menor pues están llenos de piezas pequeñas que se rompen y desprenden con facilidad), etc. Les he pedido que lo agasajen de otra manera: proporcionándoles experiencias, por ejemplo, una salida a algún pueblo pesquero a ver barcos, pero mi suegra está bastante pachucha últimamente y en esas condiciones no voy a pedírselo -y además cuando se lo lleva, siempre acaba comprándole algo también, se lo pida o no el bajito mayor-... Alguna vez le ha comprado pinturas, cuadernos, lápices y bolígrafos, pero esto ya empieza a parecerse demasiado a comprar por comprar también...

Tu idea de darle las vueltas de lo que ahorras por no viajar en taxi, no puedo usarla porque nosotros tenemos todo muy cerca y utilizamos el transporte público cuando no está el papá, que vamos en el coche -que nos sale más barato que viajar en transporte público ahora que el bajito ya paga su billete-.

De momento el dinero de la hucha no lo ha gastado pero quizá podríamos usarlo para comprar su ropa cuando comience el curso escolar (el material escolar para todo el año se paga a principio de curso en el cole y no usamos nada más); gracias por la idea.

Mayra, mi bajito mayor también contaba y contaba sus monedas igualito al tío Gilito. Aún ahora lo hace con el dinero de su monedero; eso sí, gastar, no gasta, cuando quiere algo lo pide a sus abuelas...

Gaby, mi madre de cuando en cuando entra en razón y le trae alguna fruta que al bajito se le antoja (hace nada, sandía), algún dulce casero que yo no hago por engorroso (como torrijas, p.e.)... pero la verdad es que no sabe negarle nada y el bajito ha acabado por pedir de todo todos los días. Cuando le recuerdo que no podemos gastar el dinero en todo lo que nos apetezca porque no nos quedaría para la comida, ropa, etc., me dice que sólo hoy; al día siguiente, la misma escena...

Tu idea de decirle que tendríamos que trabajar más y nos vería menos, yo también la puse en práctica pero ahora no funciona demasiado bien: me dice que trabaje el papá algún rato más o que busque un trabajo que pague más sólo por esa vez...

En fin, seguiremos insistiendo...

Un abrazo a todas.

Hola,

actualizo el post para contaros qué tal vamos con este tema. Allá por mitad de verano hicimos una escapada a un Aquarium en una provincia vecina de la nuestra, que los bajitos habían visitado el año anterior y que les había encantado.

El bajito mayor, que pedía a menudo volver, estaba además de muy emocionado por la visita, loco por comprar algo en la tienda del Aquarium. El año anterior le habíamos comprado un juguete con forma de submarino, que a él le había gustado mucho. Le recordé que este año íbamos de visita porque las entradas nos las había regalado un familiar y le dije que nosotros no le compraríamos nada esta vez, quizá algún libro dependiendo de su precio pero nada más. Como insistió, le volví a recordar las condiciones y le sugerí que, si lo deseaba tanto, podía comprar algo con el dinero de su monedero. Aceptó.

Cuando salimos, nos acercamos a la tienda. Él eligió inmediatamente un juego con una caña de juguete y unos animalitos para pescarla con ella. Le recordé que lo pagaba él, su precio y le sugerí que, antes de adquirirlo, recorriera bien la tienda por si encontraba algo que le gustara más, pues nosotros no íbamos a comprarle absolutamente nada adicional salvo, quizá, algún libro. Muy seguro, se negó: sólo quería eso.

No recuerdo ahora muy bien el precio del juguete pero rondaría los 3/5€ (él llevaba en monedas como 2 ó 3€ más). Impaciente como estaba por jugar, acabó por entregarme el monedero para que me encargara de pagar yo. Deliberadamente, me esforcé en entregar la mayor cantidad de moneda fraccionada posible pues aunque sabe contar y conoce las monedas y los billetes, las monedas menores de 1€ -los céntimos- aún le despistan sobremanera. Obviamente, el monedero quedó "temblando" con tan sólo unas pocas monedas en su interior.

Muy impresionado por lo que le había costado su juguete y la merma que había supuesto en su monedero, se esforzó en que saliéramos inmediatamente de la tienda pero le recordé que nosotros queríamos echar un vistazo a los libros. Mientras mirábamos los libros, me instó a comprarle algo al bajito menor al igual que le habíamos comprado algo a él el año anterior; yo había llevado un juguete para darle al bajito menor pero me gustó que pensara en su hermano, así que le hice caso y animé al bajito menor a escoger un juguete del mismo cesto del que el bajito mayor había escogido su submarino el año anterior. Sospeché que quizá lo quisiera para jugar él también -comparten juguetes- pero, para mi sorpresa, ni lo tocó durante semanas.

Para cuando me había decidido por dos libros que me parecieron interesantes y de un precio razonable (había muchos que me hubiera gustado traerme conmigo pero su precio era excesivo), un cuento sobre peces para el bajito menor y una guía sobre animales que viven a la orilla del mar para el mayor (que podíamos usar todos en casa además), él no cesaba de insistir en que nos fuéramos. Deliberadamente yo había hecho muchos comentarios sobre lo carísimos que eran los ejemplares que me interesaban y había hecho como que rebuscaba mucho en las estanterías por si encontraba algo más asequible hasta dar con esos dos y llevábamos mucho tiempo dentro ya; eso sí, no volvió a pedir nada más y me instó a mí a no comprar nada porque no lo necesitábamos.  

Nos fuimos a pagar. La dependienta nos miraba un tanto extrañada y, aunque no me sentí obligada a dar ningún tipo de explicación, le dije, muy someramente, que estábamos aprendiendo sobre el valor del dinero. El resto de la tarde transcurrió en paz sin peticiones de ningún tipo salvo un helado artesanal. Le dije que teníamos que ver cuánto dinero nos quedaba en el monedero porque ya habíamos pagado la comida, la gasolina, el peaje de la autopista, el juguete de su hermano y aún había que pagar el peaje de vuelta a casa y algo para cenar. Asintió y esperó pacientemente a que nosotros termináramos de "contar" y "calcular". Le compramos el helado.

Con posterioridad, hemos seguido más o menos en la misma tónica y estamos bastante "controlados". Pide -mucho  menos- pero acepta mejor las negativas. Hay momentos peores, en especial cuando ven más a menudo a las abuelas y éstas se extralimitan. Mi suegra últimamente está aprovechando para comprarle mucha comida basura, patatas fritas y gusanitos, sobre todo -tiene ya bastantes años, algunos dolores y creo que piensa que mucho más no va a durar, aunque objetivamente, salvo por el dolor, está estupenda-. Lo bueno es que, si no se trata de algún dulce artesano, en la mayoría de las ocasiones le digo que lo guardamos para después de la merienda/cena y, como está ya algo aburrido de tomarlos, con la tripa llena, casi nunca los reclama -y yo, convenientemente, no me acuerdo -.

Ahora mismo estamos "ahorrando" para un paseo en barco como el que dimos hace algunas semanas en familia para celebrar el cumpleaños del bajito menor. De hecho, en un berrinche "rompió" el soporte para el paragüas que tenemos en la silla del bajito menor. Le dije que, para sustituirla, tendríamos que comprar otra con el dinero que teníamos ahorrado para el paseo en barco; en realidad, tenemos otra unidad una de cuyas piezas se rompió y usé esa como si fuera "la nueva" -luego logré componer el otro soporte también, pues sólo se habían soltado las piezas-. Se afligió y preguntó cuánto más íbamos a tardar en ahorrar lo suficiente para el paseo en barco; le contesté que no lo sabía, que unas semanas más de lo que teníamos previsto pero que también podía ser aún más si ocurría algún otro imprevisto y "necesitábamos" ese dinero para emergencias. Desde entonces, trata con muchísimo más cuidado todo cuanto hay en casa y, por supuesto, se ha cuidado muy mucho de volver a romper nada cuando se enfada.

El dinero de su hucha no lo hemos tocado para comprar ropa para este curso, porque ha tenido algunos regalos y le servía más ropa del curso anterior de la que en un principio yo había previsto, así que lo poco que hemos tenido que adquirir (zapatos y zapatillas, etc.) lo hemos pagado nosotros -lo pedimos por internet y no hubiera sido tan efectivo retirarle el dinero de la hucha aunque conoce el funcionamiento de las tarjetas-.

Sí ha pedido varios juguetes últimamente -es lo malo de la época navideña :S -, insistiendo en uno en especial que me pareció interesante que tuviera así que le ofrecí comprarlo él con lo que hubiera en su hucha. Preguntó cuánto costaría el juguete y cuánto estimaba yo que habría en su hucha y, al decírselo, se negó a hacer gasto alguno.  Ha vuelto a decirme que ese dinero prefiere guardarlo por si necesitamos algo en casa    (demasiados comentarios sobre la crisis en nuestro entorno).

Aún quedan muchas cosas que mejorar (lo de las vueltas del dinero del pan, me sigue preocupando y también cuando van solos al cine el papá y él, que caen todas las tonterías del mundo ) pero creo que estamos en el buen camino. En mi opinión, ha ayudado mucho que este año, en el cole, además del rincón de "la casa", tienen también una tienda, y además de operaciones aritméticas básicas, están aprendiendo a manejarse con un presupuesto fijo.

Un abrazo a todas.

Completamente de acuerdo contigo, Romina, aunque como cuando me lo propongo soy más terca que una mula    , sigo intentándolo. Si es que somos animales de costumbres, y en cuanto nos descuidamos... otra vez estamos igual.    Paciencia.   

Un gran abrazo para ti y besitos para tus peques.