¿Le doy vitaminas para abrir el apetito?

"Existen en el mercado dos tipos de estimulantes del apetito: los que funcionan y los que no. Los que no funcionan son combinaciones más o menos fantasiosas de vitaminas y cosas raras (...) Son el equivalente moderno de aquel Tónico Curalotodo del Doctor McFulano que venden los charlatanes de las películas del Oeste, (de hecho algunos también llevan alcohol). En general, a dosis pequeñas y durante periodos cortos son bastante inocuos; pero no siempre están exentos de peligro. Siempre puede haber una alergia a algunos de sus componentes (...). Casi todos los médicos están de acuerdo que estos tónicos son absolutamente inútiles, pero muchos los recetan como placebo.

Los que sí funcionan son harina de otro costal. Casi todos contienen cipoheptadina (...) La cipoheptadina (y algún otro pariente, como la dihexacina) actúa sobre el centro cerebral del apetito (...) La cipoheptadina es en realidad un psicofármaco y sus principales efectos secundarios van en este sentido: somnolencia, sequedad de boca, dolor de cabeza, náuseas; y más raramente crisis hipertensivas, agitación, confusión o alucinaciones, y dismunicón de la secreción de hormona de crecimiento (bajito y gordo, para redondear el éxito del tratamiento). (...) Por supuesto, estos efectos secundarios graves son muy raros (...) Pero, sin duda, el mayor peligro de la ciproheptadina es, precisamente, que sí funciona: el niño come más. Más de lo que necesita, más de lo que le conviene. (...)
En definitiva, los estimulantes del apetito son inútiles cuando no funcionan y peligrosos cuando funcionan, su efecto es pasajero y tiene efecto rebote. No se han de usar jamás."