crianza slow?

Neus,

perdóname, pero se te cortó el resto del artículo.     (No pasa nada, que he visto que en el otro hilo ponías una carita triste y tampoco es eso). Pego el resto,


Las ventajas de permitir el tiempo muertoCarl Honoré propone facilitarles a los niños espacios de completo descanso, que les dé la posibilidad de reflexionar y no llenarlos de actividades como clases de piano o de tenis. Es ideal darles tiempos muertos para reflexionar y dejarlos tomar ciertos riesgos, como los que asumieron los padres cuando eran niños. Alrededor del mundo, colegios y universidades como Harvard están entrando en esta onda de la lentitud y han establecido jornadas sin tareas o clases extracurriculares.

Los niños necesitan tiempo y espacio para explorar el mundo por sus propios medios, disfrutar el placer de las actividades. Sin embargo, esta teoría no significa la libertad sin normas, pues los niños de hoy necesitan escuchar con más frecuencia la palabra ‘no’, para que los padres no los acostumbren a las concesiones ilimitadas.



Por Edna Juliana Rojas H.


En cuanto a mi opinión, como odisea, reconozco que para mí la llegada de la maternidad supuso un frenazo brutal (leáse sin connotaciones negativas) al ritmo de vida que llevaba antes. Con la entrada del cole de mi bajito mayor y la vuelta a los horarios impuestos, he constatado la dificultad de criar, respetando al niño, a la velocidad que el resto del mundo impone.

Yo simpatizo con el movimiento slow, que conocí inicialmente gracias a otra de mis aficiones (la cocina) y que he practicado sin saberlo . Pero sinceramente, ni todos los niños son iguales ni las cirscunstancias idénticas: al mío le apasionan un millón de cosas y hay muchas ocasiones en que quiere probar o hacer esto y lo otro, a veces, como hoy, una actividad tras otra -ambas deportivas y apunto que llueve a mares desde hace dos semanas y hace un frío que pela-. ¿No debería llevarle para evitar el peligro de convertirme en madre helicóptero, barredora o hiperactiva? ¿Debo frustrarle a propósito para que oiga más veces "no" y se acostumbre -más de las que lo oye porque también hay que respetar las necesidades de su hermano pequeño-? No lo creo. A mí me parece que, como en todo, hay que descubrir la necesidad real del niño: ¿que el hijo de Carl Honoré no quería clases de pintura y el papá soñó con su hijo como sucesor de Picasso? Pues muy bien, genial que él haya respetado la necesidad de su hijo de no tener un tutor. Pero, ¿y si  otro niño sí quiere? (aclaro que, de momento, no es el caso de mi hijo).

Yo suelo programar actividades pero siempre le pregunto antes y me aseguro de que quiere ir; si no quiere, no le obligo aunque, eso sí, una vez que le pregunto, me da el visto bueno y programo la actividad, si el día en cuestión no le apetece porque le entró la pereza -que conste que procuro no dejar mucho tiempo entre que le pregunto y la actividad y que hay ratos de juego libre ese día y/o el siguiente y fines de semana enteros de juego libre o con lo que se nos ocurra en casa-, le "obligo" a ir porque nos hemos comprometido, porque hay personas que nos están esperando y uno, sin razón justificable, no ha de dejar en la estacada a los demás (no es que suela ocurrir a menudo que luego no quiera pero alguna vez ha pasado y, sorprendentemente, lo acepta muy bien; cuando no hay nadie involucrado, no tengo problemas en aparcar la actividad para otro momento o sine die si no vuelve a mostrar curiosidad.). Cuestión distinta es una actividad programada para todo el año a la que el niño va descontento y un día no quiere ir y al siguiente, tampoco. En tal caso, tras indagar qué hay detrás, si verdaderamente se trata de desinterés o descontento con el monitor o problemas con el resto de los alumnos que no es posible solucionar, sí lo desapuntaría.  

Por otro lado, me hace un poco de gracia que se culpe de todo a la industria. Que sí, que obviamente tratan de influir -y las técnicas no me son desconocidas-, pero tenemos conciencia crítica, ¿o no? ¿Ya no tenemos criterio propio y es culpa siempre de "los otros"?   

Un abrazo.