Escrito una semana después de nacer mi bebé
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Escrito una semana después de nacer mi bebé
Hola, comparto con ustedes mi relato a una semana de nacido mi bebé, escribí esta carta para la partera que nos guió en el curso y las otras chicas que estaban esperando en ese momento.
Mar del Plata, 8 de abril de 2008
Queridas Adriana, Gabriela y todas las compañeras del curso:
Una semana después de la llegada de mi bebé puedo sentarme un ratito para hacer algunas cosas que habían quedado a mitad de camino y aprovecho para agradecerles el acompañamiento en estos úitimos meses de mi embarazo, que viví con especial centralidad y protagonismo yendo al curso. Fue muy útil y grato mi paso por allí y siento que ese vínculo queda para siempre, ha sido un aprendizaje maravilloso.
Les quiero contar en pocas líneas como fue el nacimiento de mi bebé, hasta que pueda acercarme personalmente a visitarlas, pero tal vez algunas ya no estén así que quiero aprovechar ahora y que les llegue el mensaja a través de Adriana.
El lunes 31 de marzo fue el último día que fui al curso, recuerdo que me despedí diciendo que no sabía si nos veríamos a la semana siguiente. Unos días atrás había nacido mi sobrino, cuya edad gestacional era igual a la de mi bebé. Desde ese día la ansiedad aumentó un poco en toda la famiia, aunque yo estaba muy serena esperando ese día que podia ser cualquiera. La noche fue diferente a las demás, me costaría describir las sensaciones pero no había dudas que algo estaba pasando. Me despertaba muy seguido, sentía algunas molestias –no las llamaría dolores-, y comenzaba a observas un lento desprendimiento del tapón mucoso cada una de esas tantas veces que me levanté mi ultima noche de embarazo. Cada una de esas veces mi novio preguntaba cómo estaba, y si ya teníamos que salir para la clínica. Hasta que a eso de las 5:30 empezaron algunas contracciones y le pedí que no fuera a trabajar –tenía que irse muy lejos y siempre temía tener que llamarlo si estaba dando clases en esa escuela, porque son varios km por la ruta y no quería que manejara nervioso-, que ese podía ser el día.
Esa mañana, a las 10:15 tenía un monitoreo y luego consulta con mi obstetra, asi que nos propusimos en principio esperar hasta esa hora, si no se aceleraba demasiado el ritmo de mis contracciones.
Preparamos todo con mucha tranquilidad:l los bolsos, la documentación, los estudios médicos.
Las contracciones seguían, no eran dolorosas. Recuerdo que Adriana había dicho el día anterior que los maridos siempre le preguntan a la mujer como está y si tiene una contracción no va a contestar nada, y eso genera ansiedad y molestia. Esa información fue fantástica porque cuando todavía estaba muy serena y sin dolores le dije a mi novio que no se asustara si no le respondía, que durante las contracciones no iba a poder hablar. Y fue importante que lo supiera, sobre todo durante el viaje en auto, en que tenía que estar atento al tránsito y no sólo mirándome a mí.
Fuimos pensando que tal vez nos quedaríamos. El obstetra nos dijo que todavía faltaba un tiempo, que todo indicaba que se trataba de la etapa de pre-parto. Consideró y nos explicó que una internación en esa etapa no era conveniente porque faltaban muchas horas para que el trabajo de parto prosiguiera, y la supervisión podría proseguir en una conducción que fracasaría y, posteriormente en una cesárea innecesaria. Rescato esto y me pareció importante porque muchas veces me dijeron y seguramente a ustedes también, que ante cualquier cosita salgan corriendo a la clínica y que "cuanto antes te internes mejor". Es importante saber que no necesariamente es así. Una internación temprana puede aumentar la ansiedad y a mi me satisfizo mucho la explicación del obstetra. Si faltaban muchas horas, era mejor pasarlas en casa y con la mayor naturalidad posible.
Así que al mediodía volvimos, almorzamos algo liviano y hasta pude dormir de a ratitos. A eso de las 16hs. las sensaciones se hicieron más fuertes, tuve vómitos y contracciones más intensas. Finalmente, a las 18hs más o menos partimos para la clínica. Los baches marplatenses hicieron más intensas las contracciones, aunque mi novio conducía lo más suavemente posible. El obstetra de guardia me revisó y esta vez sí nos quedamos, pero con la advertencia de que todavía faltaba un buen tiempo, muy difícil de determinar con precisión. Sus palabras fueron "con la internación ganaremos en calidad pero perdemos en ansiedad", advirtiéndonos que "no prendamos el cronómetro". Y la verdad, yo no lo prendí en ningún momento.
Un dato anecdótico es que los días anteriores había sido motivo de discusión cuándo avisar a mi mamá. Mi novio quería avisarles a todos cuando naciera el bebé y no antes, y yo estaba de acuerdo en eso. A mí mamá le pareció un espanto y por primera vez en los doce años que estamos juntos emitió su opinión de manera insistente, no sólo a mí sino también a él. Finalmente, ese día tuvo que viajar a Buenos Aires y llegó a la madrugada, así que el debate quedó anulado por las circunstancias.
Como seguía, la partera fue a buscarme a la guardia y fui caminando –y en ascensor- hasta la sala de trabajo de partos. Es un lugar muy grato, como había contado Adriana. En el camino rompí bolsa, y luego de eso sí aumentó bastante la intensidad de las contracciones -les aclaro que no es casual que diga "intensidad" y no "dolor", realmente creo que no es lo mismo y es esa la palabra más apropiada para describirlo-.
La asistencia de la partera fue de gran ayuda para llevar la situación con calma. A esa altura el poco calmo era mi novio que no podía creer que todo esto fuera tan difícil. Pero de esa sorpresa y de ese temor también salió una experiencia maravillosa. Ese temor acompañó los momentos más difíciles del trabajo de parto como si los sintiera él también.
Hubo varios monitoreos y tactos –estos últimos bastante molestos, pero necesarios-. La partera se retiró por un rato y cuando volvió las contracciones se habían hecho muy intensas, estando sentada las podía sobrellevar mejor, pero me pidió colocarme sobre mi lado izquierdo para monitorear el corazón de mi bebé, y esas contracciones fueron más difíciles de pasar con serenidad. Entonces supimos que algo pasaba y un camillero con muy poco tacto –siempre hay esta clase de gente- entró sin siquiera golpear y dijo "vengo a llevar a la paciente de Trivero", lo cual nos alarmó bastante, porque no se suponía que me llevaran a ningún lado con 6cm de dilatación. La partera le respondió que esperara, que el médico todavia no estaba allí, y no le quedó otra opción que explicarnos cuál era su diagnóstico, aunque en principio había planeado esperar al obstetra para que nos presentara la situación. Nada alarmante, pero si un momento de tensión. Los latidos del bebé se aceleraban demasiado con cada contracción, y no era posible prever cómo preseguiría un trabajo de parto que tenía varias horas por delante. Por lo tanto la opción más sensata era practicar de inmediato una cesárea.
Desde alli todo transcurrió con otro ritmo, bastante diferente al de la primera etapa. Rápidamente me vinieron a buscar en la camilla, y luego de un recorrido que jamás podré reconstruir estaba en sala de cirujía. Lo único que lamenté en ese momento es que no me dieron ni tiempo a despedirme de mi novio que no podría entrar conmigo, y yo no sabía hasta donde lo dejaban pasar, sólo recuerdo que lo perdí de vista de un momento a otro. Lo que me tranquilizaba era que estaría para recibir a nuestro hijo.
Una vez en la sala todo transcurrió muy rápido, en unos pocos minutos estaban aplicándome la anestesia y en un rato más me mostraron a mi bebé. Se me hizo largo el último tramo de la cirugía, en ue estaba ansiosa por bajar a encontrarme con él, pero en realidad no fue mucho tiempo. Recuerdo las conversaciones de los médicos y la radio prendida, y luego una vez más el recorrido en camilla, aunque esta vez pude reconocer algunos lugares por los que atravesé hasta encontrarme con mi bebé y mi novio que o estaba cuidando mientras me esperaban.
Recuerdo que varias compañeras se preocupaban por la idea de "sufrir" el trabajo de parto si finalmente se terminaba en una cesárea. Y quisiera compartir ue esa percepción no coincidó para nada con mi experiencia, aunque tal vez no sea la de otras, quizás les sirva compartirla a aquellas que lo sienten. Poder compartir con mi pareja cada cambio que nos indicaba la llegada de nuestro bebé no fue para nada un tiempo desperdiciado ni mucho menos un dolor innecesario. Es otra experiencia que nos une y que hubiera sido imposible en una cesárea programada, que es algo que realmente no hubiera elegido, ni elegiría ahora luego de esta experiencia. El trabajo de parto no lo vivo como algo que sobró ni siento que pude haber tenido a mi hijo sin él. Realmente les diría que no tengan ese temor, para nada me quedan dudas sobre la decisión que tomó el obstetra que atendió mi trabajo de parto, y si bien hubiera preferido terminarlo lo más importante es que mi bebé está muy bien, y una vez nacido no se encontró ningún indicador de por qué pudo haber respondido de ese modo, ya que su corazón funciona perfectamente.
En fin, prometí contar todo en algunas líneas y se hizo tan largo que seguramente quita las ganas de leerlo. En verdad la capacidad de síntesis nunca fue mi fuerte, y lo lo es esta vez tampoco.
Anoche mi bebé cumplió una semana y nos estamos conciendo y adaptando, haciendole un lugar en nuestra casa y en nuestra vida, tratando que de a poco él se sume a las rutinas, las actividades y las costumbres que teníamos antes. Ya vió con nosotros un partido de fútbol, pero sin gritos de "gooool" para que no se asustara. El papá le saca fotos todo el día, le habla mucho y nos cuidó en estos días en que a mí me costó bastante moverme, aunque los dolores del post-operatorio se van disipando. Estamos muy felices y la verdad, no puedo creer todo me vaya tan bien. Tengo una familia hermosa, una casa donde compartir la vida juntos y un trabajo que me permitirá acompañar el crecimiento de mi hijo. Hasta parece demasiado.
La verdad me quedan mil cosas para contar pero mi bebé ya se despertó y me ocuparé de él. Un abrazo enorme, Romina.[right]
Mar del Plata, 8 de abril de 2008
Queridas Adriana, Gabriela y todas las compañeras del curso:
Una semana después de la llegada de mi bebé puedo sentarme un ratito para hacer algunas cosas que habían quedado a mitad de camino y aprovecho para agradecerles el acompañamiento en estos úitimos meses de mi embarazo, que viví con especial centralidad y protagonismo yendo al curso. Fue muy útil y grato mi paso por allí y siento que ese vínculo queda para siempre, ha sido un aprendizaje maravilloso.
Les quiero contar en pocas líneas como fue el nacimiento de mi bebé, hasta que pueda acercarme personalmente a visitarlas, pero tal vez algunas ya no estén así que quiero aprovechar ahora y que les llegue el mensaja a través de Adriana.
El lunes 31 de marzo fue el último día que fui al curso, recuerdo que me despedí diciendo que no sabía si nos veríamos a la semana siguiente. Unos días atrás había nacido mi sobrino, cuya edad gestacional era igual a la de mi bebé. Desde ese día la ansiedad aumentó un poco en toda la famiia, aunque yo estaba muy serena esperando ese día que podia ser cualquiera. La noche fue diferente a las demás, me costaría describir las sensaciones pero no había dudas que algo estaba pasando. Me despertaba muy seguido, sentía algunas molestias –no las llamaría dolores-, y comenzaba a observas un lento desprendimiento del tapón mucoso cada una de esas tantas veces que me levanté mi ultima noche de embarazo. Cada una de esas veces mi novio preguntaba cómo estaba, y si ya teníamos que salir para la clínica. Hasta que a eso de las 5:30 empezaron algunas contracciones y le pedí que no fuera a trabajar –tenía que irse muy lejos y siempre temía tener que llamarlo si estaba dando clases en esa escuela, porque son varios km por la ruta y no quería que manejara nervioso-, que ese podía ser el día.
Esa mañana, a las 10:15 tenía un monitoreo y luego consulta con mi obstetra, asi que nos propusimos en principio esperar hasta esa hora, si no se aceleraba demasiado el ritmo de mis contracciones.
Preparamos todo con mucha tranquilidad:l los bolsos, la documentación, los estudios médicos.
Las contracciones seguían, no eran dolorosas. Recuerdo que Adriana había dicho el día anterior que los maridos siempre le preguntan a la mujer como está y si tiene una contracción no va a contestar nada, y eso genera ansiedad y molestia. Esa información fue fantástica porque cuando todavía estaba muy serena y sin dolores le dije a mi novio que no se asustara si no le respondía, que durante las contracciones no iba a poder hablar. Y fue importante que lo supiera, sobre todo durante el viaje en auto, en que tenía que estar atento al tránsito y no sólo mirándome a mí.
Fuimos pensando que tal vez nos quedaríamos. El obstetra nos dijo que todavía faltaba un tiempo, que todo indicaba que se trataba de la etapa de pre-parto. Consideró y nos explicó que una internación en esa etapa no era conveniente porque faltaban muchas horas para que el trabajo de parto prosiguiera, y la supervisión podría proseguir en una conducción que fracasaría y, posteriormente en una cesárea innecesaria. Rescato esto y me pareció importante porque muchas veces me dijeron y seguramente a ustedes también, que ante cualquier cosita salgan corriendo a la clínica y que "cuanto antes te internes mejor". Es importante saber que no necesariamente es así. Una internación temprana puede aumentar la ansiedad y a mi me satisfizo mucho la explicación del obstetra. Si faltaban muchas horas, era mejor pasarlas en casa y con la mayor naturalidad posible.
Así que al mediodía volvimos, almorzamos algo liviano y hasta pude dormir de a ratitos. A eso de las 16hs. las sensaciones se hicieron más fuertes, tuve vómitos y contracciones más intensas. Finalmente, a las 18hs más o menos partimos para la clínica. Los baches marplatenses hicieron más intensas las contracciones, aunque mi novio conducía lo más suavemente posible. El obstetra de guardia me revisó y esta vez sí nos quedamos, pero con la advertencia de que todavía faltaba un buen tiempo, muy difícil de determinar con precisión. Sus palabras fueron "con la internación ganaremos en calidad pero perdemos en ansiedad", advirtiéndonos que "no prendamos el cronómetro". Y la verdad, yo no lo prendí en ningún momento.
Un dato anecdótico es que los días anteriores había sido motivo de discusión cuándo avisar a mi mamá. Mi novio quería avisarles a todos cuando naciera el bebé y no antes, y yo estaba de acuerdo en eso. A mí mamá le pareció un espanto y por primera vez en los doce años que estamos juntos emitió su opinión de manera insistente, no sólo a mí sino también a él. Finalmente, ese día tuvo que viajar a Buenos Aires y llegó a la madrugada, así que el debate quedó anulado por las circunstancias.
Como seguía, la partera fue a buscarme a la guardia y fui caminando –y en ascensor- hasta la sala de trabajo de partos. Es un lugar muy grato, como había contado Adriana. En el camino rompí bolsa, y luego de eso sí aumentó bastante la intensidad de las contracciones -les aclaro que no es casual que diga "intensidad" y no "dolor", realmente creo que no es lo mismo y es esa la palabra más apropiada para describirlo-.
La asistencia de la partera fue de gran ayuda para llevar la situación con calma. A esa altura el poco calmo era mi novio que no podía creer que todo esto fuera tan difícil. Pero de esa sorpresa y de ese temor también salió una experiencia maravillosa. Ese temor acompañó los momentos más difíciles del trabajo de parto como si los sintiera él también.
Hubo varios monitoreos y tactos –estos últimos bastante molestos, pero necesarios-. La partera se retiró por un rato y cuando volvió las contracciones se habían hecho muy intensas, estando sentada las podía sobrellevar mejor, pero me pidió colocarme sobre mi lado izquierdo para monitorear el corazón de mi bebé, y esas contracciones fueron más difíciles de pasar con serenidad. Entonces supimos que algo pasaba y un camillero con muy poco tacto –siempre hay esta clase de gente- entró sin siquiera golpear y dijo "vengo a llevar a la paciente de Trivero", lo cual nos alarmó bastante, porque no se suponía que me llevaran a ningún lado con 6cm de dilatación. La partera le respondió que esperara, que el médico todavia no estaba allí, y no le quedó otra opción que explicarnos cuál era su diagnóstico, aunque en principio había planeado esperar al obstetra para que nos presentara la situación. Nada alarmante, pero si un momento de tensión. Los latidos del bebé se aceleraban demasiado con cada contracción, y no era posible prever cómo preseguiría un trabajo de parto que tenía varias horas por delante. Por lo tanto la opción más sensata era practicar de inmediato una cesárea.
Desde alli todo transcurrió con otro ritmo, bastante diferente al de la primera etapa. Rápidamente me vinieron a buscar en la camilla, y luego de un recorrido que jamás podré reconstruir estaba en sala de cirujía. Lo único que lamenté en ese momento es que no me dieron ni tiempo a despedirme de mi novio que no podría entrar conmigo, y yo no sabía hasta donde lo dejaban pasar, sólo recuerdo que lo perdí de vista de un momento a otro. Lo que me tranquilizaba era que estaría para recibir a nuestro hijo.
Una vez en la sala todo transcurrió muy rápido, en unos pocos minutos estaban aplicándome la anestesia y en un rato más me mostraron a mi bebé. Se me hizo largo el último tramo de la cirugía, en ue estaba ansiosa por bajar a encontrarme con él, pero en realidad no fue mucho tiempo. Recuerdo las conversaciones de los médicos y la radio prendida, y luego una vez más el recorrido en camilla, aunque esta vez pude reconocer algunos lugares por los que atravesé hasta encontrarme con mi bebé y mi novio que o estaba cuidando mientras me esperaban.
Recuerdo que varias compañeras se preocupaban por la idea de "sufrir" el trabajo de parto si finalmente se terminaba en una cesárea. Y quisiera compartir ue esa percepción no coincidó para nada con mi experiencia, aunque tal vez no sea la de otras, quizás les sirva compartirla a aquellas que lo sienten. Poder compartir con mi pareja cada cambio que nos indicaba la llegada de nuestro bebé no fue para nada un tiempo desperdiciado ni mucho menos un dolor innecesario. Es otra experiencia que nos une y que hubiera sido imposible en una cesárea programada, que es algo que realmente no hubiera elegido, ni elegiría ahora luego de esta experiencia. El trabajo de parto no lo vivo como algo que sobró ni siento que pude haber tenido a mi hijo sin él. Realmente les diría que no tengan ese temor, para nada me quedan dudas sobre la decisión que tomó el obstetra que atendió mi trabajo de parto, y si bien hubiera preferido terminarlo lo más importante es que mi bebé está muy bien, y una vez nacido no se encontró ningún indicador de por qué pudo haber respondido de ese modo, ya que su corazón funciona perfectamente.
En fin, prometí contar todo en algunas líneas y se hizo tan largo que seguramente quita las ganas de leerlo. En verdad la capacidad de síntesis nunca fue mi fuerte, y lo lo es esta vez tampoco.
Anoche mi bebé cumplió una semana y nos estamos conciendo y adaptando, haciendole un lugar en nuestra casa y en nuestra vida, tratando que de a poco él se sume a las rutinas, las actividades y las costumbres que teníamos antes. Ya vió con nosotros un partido de fútbol, pero sin gritos de "gooool" para que no se asustara. El papá le saca fotos todo el día, le habla mucho y nos cuidó en estos días en que a mí me costó bastante moverme, aunque los dolores del post-operatorio se van disipando. Estamos muy felices y la verdad, no puedo creer todo me vaya tan bien. Tengo una familia hermosa, una casa donde compartir la vida juntos y un trabajo que me permitirá acompañar el crecimiento de mi hijo. Hasta parece demasiado.
La verdad me quedan mil cosas para contar pero mi bebé ya se despertó y me ocuparé de él. Un abrazo enorme, Romina.[right]
Alfonsina- Nivel Experto
- Cantidad de envíos : 5031
Fecha de nacimiento : 08/02/1977
Ciudad : MDQ
Edad : 47
Puntos : 10905
Fecha de inscripción : 11/12/2008
Re: Escrito una semana después de nacer mi bebé
Hola!
Menos mla que no sabes resumir porque asi te ha quedado una narración muy bonita.
Felicidades por tu bebé y gracias por compartir esto con nosotras.
Besos de leche
Menos mla que no sabes resumir porque asi te ha quedado una narración muy bonita.
Felicidades por tu bebé y gracias por compartir esto con nosotras.
Besos de leche
Re: Escrito una semana después de nacer mi bebé
Romina, muchas gracias por compartir esta hermosa historia, la historia de tu parto.
Invitado- Invitado
Re: Escrito una semana después de nacer mi bebé
Para nada quita las ganas de leerlo,sino todo lo contrario,no podía parar para saber el final.
Gracias por compartir tu historia.Y enhorabuena por ése angelito que tienes.Un beso
Gracias por compartir tu historia.Y enhorabuena por ése angelito que tienes.Un beso
Invitado- Invitado
Re: Escrito una semana después de nacer mi bebé
Felicidades por ese niño tan precioso!!!
Gracias por compartir tu experiencia del parto, es una bonita historia, y de la forma que lo describes, se nota lo sosegada que estabas y lo mucho que te ayudaron los cursos.
Tu relato no quita para nada las ganas de leerlo, al revés, ya que explicas muy bien los acontecimientos vividos. A más de una mamá le servirá como referente.
UN ABRAZO
Gracias por compartir tu experiencia del parto, es una bonita historia, y de la forma que lo describes, se nota lo sosegada que estabas y lo mucho que te ayudaron los cursos.
Tu relato no quita para nada las ganas de leerlo, al revés, ya que explicas muy bien los acontecimientos vividos. A más de una mamá le servirá como referente.
UN ABRAZO
Invitado- Invitado
Re: Escrito una semana después de nacer mi bebé
Felicidades por el nuevo bebe, muy bonita la historia en algunas cosas se parece un poco a la del nacimiento de mi Andrea Celeste, no la he contado aun pero prometo que un dia lo hare cuando saque un tiempit, bueno disfruta mucho a tu bebe, cada momento, pues crecen demasiado rapido ya andrea esta a 5 meses de cumplir dos años y todavia recuerdo el dia que nacio como si fuera ayer.
Invitado- Invitado
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