El parto de mis dos amores

Hola. Parece que ahora tengo un rato, el peque esta dormido y no creo que me vaya a molestar.

Empecemos con el parto de María: salí un domingo (30 enero) de monitores con la matrona, sobre la 1 de la tarde, y con cita con el ginecólogo de guardia al día siguiente, sino me había puesto de parto, para ingresar en el hospital. No hizo falta, a las 5:30 de la mañana del lunes rompí aguas. Llame a la matrona, que aunque ella no iba a estar, tenía que ponerse en contacto con otra. En fin, seguí los pasos que ella me dijo. Me duche tranquilamente, prepare las cosas de la pequeña...Pero mi marido no hizo caso con eso de que me fuera tranquilamente al hospital.

Por suerte, donde iba a dar a luz esta como a cinco minutos en coche, así que no había prisa ninguna. Pero ya se sabe, les entra la prisa y no hay tu tía que les haga cambiar de opinión.

Total que llegamos sobre las 6 de la mañana. El ginecólogo y la matrona no llegaron hasta las 7:15. Todo iba muy bien, no tenía casi dolores, me estaba riendo con mi marido con el ruido de la maquina de la tensión y el del corazón del bebé. Yo no soy tan valiente con el dolor así que tenía muy claro que me pondrían la epidural, si era posible. Sobre las 12 me llevaron al paritorio y a las 12:30 María ya estaba con nosotros.

Todo salió bien, pero la peque tenía la cara un poco girada y la tuvieron que sacar con ventosa, porque no pudieron darle la vuelta. No la pude ver nada más nacer, que es la pena que me quedo. Se la llevaron a la sala contigua, con mi marido. Le hicieron todo, mi marido le puso las gotas en los ojitos y alguna cosilla más. Y me la sacaron para que la viera. Era tan bonita, tan pequeñita, y era MIA.

La felicidad de tenerla conmigo duro un rato, se la llevaron y no la pude ver hasta casi 4 horas o más. Que horas tan largas. Le había escuchado un pequeño quejido cuando se la llevaron a que le hicieran otra exploración y la habían dejado debajo de la lámpara para que tuviera calor.

Nada más traerla le puse al pecho, pero no estaba por la labor y estuvo sin comer casi 12 horas. Yo le ofrecía el pecho, a cada rato. Hasta que al fin tomo, yo me sentí más tranquila. Estuvimos hasta el miércoles en el hospital y luego a casa los tres, éramos los más felices ese día.

Veamos ahora la historia de Manuel. El principio es igual al de María. Salí de los monitores un domingo (27 mayo) también cambie mi cita con el ginecólogo que la tenía para el martes al lunes. Pero tampoco llegue a la cita. Me fui a la cama con contracciones, pero se me pasaron. A la 1 de la mañana (lunes 28) me desperté con ganas de ir al baño y con contracciones. Estas no eran como las de antes de irme a la cama, dolían más. Y comencé a controlar, todo normal. Podía esperar, eso creía yo; a las 2, llame a mi marido no porque las contracciones fueran más seguidas sino porque me dolían muchoooo. Con María no tuve nada de dolor. Así que llamamos a la matrona, que tampoco iba a poder esta conmigo en el parto.

Llamamos a mis suegros, para que vinieran a casa, porque se tenían que quedar con la peque. Y llamamos a un taxi para que yo me fuera al hospital. Mi marido ya vendría, estaba tan desesperada con el dolor que no me importaba irme yo sola. Al final no hizo falta, mis suegros y mi taxi llegaron a la misma hora.

Llegamos al hospital, en 3 minutos, creo que el taxista estaba un poco asustado por si daba a luz en el coche. Si recordáis el hospital esta a 5 minutos. Entramos, me llevan a la sala de dilatación, y la enfermera es la que se encarga de todo. Cuando llegan la matrona y la ginecóloga, casi es la hora de entrar en el paritorio. También me pusieron la epidural, y menos mal porque me dolía horrores, y yo no quería más dolor. Solo tenía ganas de empujar, y empujar.

Esta vez la única pega que tuve es que cada vez que tenía que empujar, me había cogido tanto que no lo estaba haciendo bien. Y la matrona me tuvo que ayudar, subiendo en la tripa.

Así que pese a todo, salió Manuel, y esta vez si que lo pude tener en mis brazos. Lo primero que pensé cuando lo vi, es que era como María. Se me salieron un par de lágrimas de la emoción. Se lo llevaron y mi marido también se fue con el. Estaba fuera a las 3:45.

Y lo mismo que con María, nos fuimos todos a la habitación, pero yo ya sabía que el pequeño se lo iban a llevar, también a ponerlo en la lámpara. Porque estaba un poco amarillo. También fueron unas horas muy largas hasta que puede ver a mi pequeño. Pero esta si que se engancho al pecho nada más ponerlo. Y sigue enganchado a el todavía.

Lo mejor de todo fue ver la cara de María cuando vino al hospital y se encontró que el bebé no estaba en mi tripa sino que ya había salido. Lo miraba con una cara tan dulce y con tanto amor. Y a casa el martes por la tarde, que yo tampoco quería estar un día más separada de mi otro amor.

Y eso ha sido todo. Las historias de mis amores y de como vinieron a este mundo.

Muchas gracias por compartir estas dos historias contigo. Son tiernas. Lo que siento es el protocolo ese del hospital de llevarse a tus hijos bajo la lámpara de luz (eso sólo se hace si la ictericia es muy intensa y esto sucede las horas o días siguientes al parto, no nada más nacer) y separarte cuatro horas de ellos, cuando quien mejor les puedes dar calor eres tú y cuando deben de comer en la primera media hora tras el parto.

Pero a ese protocolo te puedes negar si quieres, exigiendo estar con tu bebé.

Un abrazo.